Mis largos dedos son fríos como un cubito de hielo, finos como un alfiler, blancos como la nieve y por ellos corre mi roja sangre.
Unos ríos secos ocupan la palma de mi mano describiendo mi futuro y mis riquezas.
De unas pequeñas montañas salen esos fríos alfileres con unas uñas rosadas no muy cuidadas y algo largas.
En mis manos descatan mis huesos por su escesiva delgadez y por ello que sean tan frios.
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